lunes, 18 de abril de 2016

Aire

Llámalo como quieras,
pero puede que te resulte familiar.
Es como cuando tienes un balón nuevo
y juegas con él todos los días, con las mismas ganas, hasta que pierde aire.

No, no tienes la culpa, lo sabes.
Son cosas que pasan.
Es como cuando compras flores,
te vas de viaje un par de días y cuando vuelves esperas verlas tal cual las dejaste.

Pero no quieres seguir quedándote en casa
para que nada cambie.
No sé, llega un punto que puedes llamar miedo o cansancio
en el que las ganas no tienen ganas de salir.

Como cuando duermes hasta tarde
y luego pasas el día cansado.
O como cuando estás toda la noche bebiendo
y unas horas después aborreces el alcohol.

Sí, lo hiciste porque querías.
Y lo volverías a hacer.
Pero estás harto de quedarte sin aire
y de marchitarte a ratos.
Estás cansado de estar cansado
y de pagar tanto por un alcohol que luego solo te da resaca.

Y quieres todas sus causas,
pero necesitas un descanso de las consecuencias.
Necesitas que te den un poco de aire, un ramo de rosas blancas, una cama y una copa de vino.
Que te llenen de fuerzas para pensar en el ahora y te quiten las ganas de pensar en el después.

lunes, 11 de abril de 2016

Cuando vuelas

No queremos caer en la rutina
no queremos cansarnos, aburrirnos.
Entonces luchamos por no hacerlo
y hay ocasiones en las que lo logramos.

Y es cuando comenzamos a querer
volar, gritar, dar un salto tan grande
que casi no nos permita ver las huellas
que hemos dejado en el suelo.

Queremos mantenernos ahí arriba.
Bueno, vamos a ser sinceros:
en realidad, queremos caer y, durante un ratito,
seleccionar y recoger unas cuantas cositas de abajo.
Y, ahora sí, volver a saltar.

Sin embargo, llega un momento
en el que comienzan a llamarte a voces desde el suelo.
Y piensas: "vale, volver a la realidad
no estará tan mal durante un rato".

Pero a los 5 minutos estás hasta las narices.
Porque tu realidad ya no es esa.
Has avanzado, has evolucionado.
Tú ya no eres solo "tú",
sino que llevas un plus;
eres un "tú" elevado a diez.

Y lo mejor es que has sido
precisamente tú
quien ha elegido esas diez cosas
que te elevan.

Lo gracioso es que cuando antes
soñabas con volar
no era precisamente con esas diez.
Y lo todavía más gracioso es que
esas cosas van cambiando de nombre.
Igual que cambias tú.

Lo menos gracioso de todo
es que ahora eres tan consciente
de que puedes conseguirlas
que hasta que no lo hagas
no solo no vas a poder volar,
sino que vas a sentirte atado
por mil cadenas al suelo.

En ese momento, aunque no lo creas,
no eres lo suficientemente fuerte,
pero sí lo bastante listo.
Y es que la cuestión no está en tirar
de esas cadenas hasta romperlas.
Sino en encontrar las llaves para abrir
el candado que te ata a ellas.

Y te voy a contar lo mejor de todo.
Estas llaves no están custiodadas
por ningún dragón
ni en lo alto de una oscura torre.
Las custiodas tú.
Y solo tú decides si las coges
o sigues atado al suelo.

Lo que es lo mismo:
debes ser consciente de que
puedes saltar en cualquier momento,
solo tienes que querer buscar las llaves
que te permitan hacerlo.


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