domingo, 28 de febrero de 2016

¿Vale la pena?


Estoy sentada en un tejado medio roto desde el que se ve un cielo que se hace más oscuro a lo lejos. Bajo las escaleras de caracol y salgo a la puerta. Miro hacia arriba y todo está cubierto de nubes blancas, un rayo de sol alcanza a deslumbrarme por un instante. Avanzo por el paseo mientras oscurece, como cada día. Llego a la playa amplia, limpia, donde las estrellas se reflejan en el agua. Pero hoy es uno de esos días que hay tan poca luz que comienzo a tener miedo. Sin embargo, decido continuar por la orilla, porque en aquel lugar puedo buscarme y encontrarme. Comienza a llover y levanto la capucha de mi chaqueta para continuar andando. La lluvia empieza a recalarme la ropa. Me refugio debajo del portal de la casa de siempre, donde aún llega la arena, aunque tengo los pies helados. Esta playa me ha hecho sentir tan bien que me empeño en quedarme, por mucho que llueva. Pero la verdad es que esta semana he estado 5 días pensando en el frío y tan solo 2 disfrutando de las vistas. Sé que si no fuese tal como es, jamás la habría elegido como mi playa favorita. Sin embargo, la tremenda libertad que me atrae de este lugar, también me jode a ratos. Quizá mi mente independendiente no soporta estar siempre mirando al cielo, esperando a ver qué pasa. Es entonces cuando me pregunto si realmente debería seguir viniendo aquí.

O quizá solo sea un mal día.

miércoles, 24 de febrero de 2016

Tantas veces como sea necesario

Tantas veces como sea necesario. 

Partamos desde un mismo punto. Marquemos la dirección y el sentido fijado por nuestras ganas. 

Dibujemos nosotros el mapa y marquemos la X. Dónde ya no importará porque el todo será mejor que nada y nadando, hasta tu lodo. 

Solías pensar que más vale daño conocido que duelo por conocer, y reconociste tan bien tus miedos en mis cicatrices, que el perder era el menor de tus inconvenientes. Bienaventurada a la vida. 

Ponte en primera fila y pierde los capaces. Disfruta de tu cuerpo y entrena tu vente. 

Empiezo a quedarme sin excusas para dejarte entrar y mis cosquillas aparecen cada vez que me coges de la mano y nos ponemos a bailar. En cualquiera de tus versiones y en las mejores de tus cualidades. 

Iza la bandera, saca los cañones, muerde, grita, ruge. Las valientes conquistan como tú, y sólo cuando empieza la magia te notarás capaz de sentir que, con otras manos, también te tocan. 

Los que aparecen como nunca son los que conquistan siempre. 

Ven y seamos de una maldita sed.

  • - Texto de Pablo Sáiz

domingo, 14 de febrero de 2016

“El mundo se ha hecho pedazos y todos tenemos el deber de encontrarlos
y ponerlos en su sitio.” 
Es una frase del judaísmo. Lo llaman “Tikun Olam” Yo tengo mi propia interpretación y creo que nosotros somos los pedazos. Si no encajamos entre nosotros, tenemos que seguir buscándonos hasta que encontremos la unión perfecta. Sin peros, sin dramas, sin juegos emocionales.

http://www.versandoimposibles.com/cliches-y-trenes/
Pelicula "Nick y Norah".

viernes, 12 de febrero de 2016

-- quiero.

Te escribo por aquí porque parece la única forma de que quieras leerme,
jamás voy a comprender esta manía tuya de no tener una larga conversación.
Dices que no me expreso cuando hablamos,
pero al menos yo escribo textos para que me entiendas.

Sé que eres un poco raro, pero a pesar de eso,
me cuesta imaginar que no te apetezca hablar con alguien a quien quieres.
¿A que jugarías al fútbol todos los días y durante horas?
Es exactamente igual.

Sin embargo, por alguna razón que no encuentro,
no me molesta más allá de porque se escapa de mi lógica.
Creeme, en condiciones normales sería motivo suficiente
como para decirte un "no puedo más" y no poder de verdad.

Y me reclamas que no me implico
cuando llevo haciéndolo más tiempo del que jamás habría esperado,
al menos no en estas condiciones.

Cuando me enfado no es porque quiera que cambies,
sino porque te quiero por ser así
aunque a su vez me haga creer que el "FIN" y los créditos van a llegar pronto.

Te escribo por aquí porque quieres que te escriba
y porque parece la única forma de que me veas,
aunque a veces a mí me resulte imposible hacerlo a la inversa,
y puede que (sobre todo) por eso quiera que vengas.

Eres tan diferente a lo que siempre me ha gustado
que estás a punto de pasar la línea de lo que no me gusta,
pero no sé cómo lo haces, que nunca te caes
y ya me he acostumbrado a mirar solamente a ese límite
y lo demás no me interesa.

Te escribo porque quiero que vengas
a que me enseñes cómo se ve todo
desde el borde del acantilado.

PD: Te

martes, 9 de febrero de 2016

Así

Lo que quiero es que me saludes como si fuese tu amiga de toda la vida.
Después, que me lleves a un bar bonito y me emborraches sin darme cuenta. 

No quiero dramas ni situaciones incomodas, que de todo eso ya tengo a diario. Que lo bueno es que el agua fluya sola, ¿sino que mierda de río es este?

Quiero que a la tercera cerveza tengamos cara de tontos y que nos riamos de nosotros mismos.

También quiero que me entiendas y te entienda y nada esté forzado, por muy distinta que la realidad pueda ser de lo que imaginamos.

Quiero que no tengamos tiempo de pensar en el sí ni en el no, que también malacostumbramos a pensar demasiado. 

Pero lo que de verdad quiero es que nos vayamos a casa con una sonrisa en la boca, y cuanto más amplia, mejor.

miércoles, 3 de febrero de 2016

Huracán

Siempre trataba de pensar en las posibilidades, para terminar eligiendo la menos adecuada. Y decidió ir a aquel salón donde todos vestían con trajes de gala y ella con una chaqueta vaquera de su padre. Caminó con sus mocasines entre los tacones de las demás, con la cabeza baja y la mirada alta. Cada vez sus pasos eran más rápidos. Abrió la puerta grande del salón, que se cerró detrás de ella sin que nadie se diese ni cuenta, y comenzó a correr por el pasillo infinito. Abrió otra puerta, y después otra. Corría hasta que se quedaba sin aliento. Entonces, paraba, respiraba y seguía corriendo. En un tramo del pasillo la luz parpadeaba. Se detuvo y gritó.

- ¡¿Vas a dejarme aquí, en medio de ninguna parte?!

Inspiró hondo tres veces, salió del edificio con paso lento, pero firme y la cabeza un poco más alta que al principio. 

Cogió un autobús, el primero que pasó. Sonaba una canción que conocía, pero era casi imperceptible. Sentada, apretó los dientes y sus ojos se humedecieron. 
Se bajó en la última parada y paseó durante horas por las calles desiertas, esta vez mirando al cielo.

De pronto, apareció un viento que se hizo cada vez más fuerte. Y en el centro de aquel huracán, por fin se sintió en medio de alguna parte.