jueves, 9 de octubre de 2014

Vamos

Podría ser tan fácil, ¿verdad? Convertirse, de repente, en un tema que sale enmedio de cualquier conversación. 
Podría cambiar tantas cosas: girarlo todo 365 grados, ponerlo boca abajo, deformarlo y formarlo de nuevo.
Podría pasar del miedo al ' ¡vamos!'. E ir juntos.
Podría existir, al menos un ratito, ese mundo imposible e incorrecto que tantas veces he pensado y qué tú también lo has hecho y yo lo sé sin saberlo. 
Podríamos. Los dos. Y punto.
Y es que nunca, nunca, nunca le he tenido miedo a la posibilidad. Más bien, a que nunca pudiésemos por miedo.

sábado, 15 de marzo de 2014

HASTA ECHARTE DE MÁS (+)

Si supiese que me oyes, gritaría.
Y en caso de no gritar, podría escribir,
que es lo único que me llena;
o me vacía.

Pero me coges las manos
y me tapas la boca,
y no como quisiera.
Me encierras a oscuras en el baño
y me obligas a que llore
o gima
por ti.

Si supiese que me crees, creería.
En esto, en eso, en aquello;
en ti, en mí, en el resto.
En la verdad y, sin remedio, en la mentira.

Pero me da la impresión
de que mi mundo está en tus manos
y yo soy una pluma
sin tinta
sobre tu papel desgastado.

Si supiese que me piensas, pensaría.
Y pienso.
Aunque lo haría diferente,
sin culpar a la mala suerte
sin joderme en cada esquina.

Pero actúas a modo de fantasma
rompes puertas y ventanas
y después desapareces.
Pasas, dejando casas rotas
y camas confundidas,
que no saben si estuviste y las dejaste
o si ni siquiera entraste.

Si supiera que te vas, me iría antes.
Me alejaría despacio
del caos que provocaste.
Y tú, inocente, quizá meterías la mano.

Solo merecería la pena intentarlo
si alguna vez,
antes o después de conocerme,
hubieses pensado
en besos que empiezan siendo de buenas noches
y acaban siendo de buenos días;
en el último botón de mi camisa,
o, por lo menos, en el primero.

En el beso de "bésame hasta echarte de más ahora
para no tener que echarte de menos luego";
en dejar que el viento nos lleve a donde quiera
si el problema es que no sabemos
por dónde cojones avanzar.

En que "joder, cómo jodes a veces";
en los inviernos de nieve que pueden no ser de frío;
en los lugares que nos roban las sonrisas que nos debemos;
en las curiosidades que intentamos convertir en casualidades,
como si pudiésemos comernos el destino.

En que todo vuelve, todo pasa, todo vuelve, todo pasa
y ni tú ni yo sabemos qué nos va a tocar
en el último pétalo de la jodida margarita;
en que los marcos sin foto no son bonitos
y tengo la habitación llena.

En tanto que tenemos aún por darnos
y en que nos faltan los momentos
y hasta el aire, a este paso.

Si alguna vez lo hiciste,
haz que intentarlo valga la pena,
que yo me encargo de que valga la euforia.

Entonces, entenderías
por qué quise irme y que me vieses;
por qué quise pensar si me pensabas;
por qué quise creer que tú creías;
por qué quise gritar
y que me oyeses.