'Climbing - Lionel Richie' sonando.
Con el móvil en la mano y esperando su llamada. Acurrucado en la cama, escuchando esa música que le hacía acurrucarse más. Cerveza en la otra mano.
La cerveza subiendo y los problemas bajando. Deja la cerveza, se pasa la mano por el pelo y se despeina de nuevo. Así era como decía que le gustaba.
Joder, es libre, pero así no. Era libre con ella: riéndose de cosas ridículas por la calle, y en esa cama escuchando aquella canción mientras buscaban nuevos escritores modernos por Twitter.
Nada en su ordenador ya es lo mismo: ya no hay canciones tristes, ya no hay poemas nostálgicos en páginas sueltas de Word. Ya NO.
Ya no hay llantos que intentar entender ni mensajes llenos de caos indescifrable, porque ahora nadie le arrastra al mundo de la nostalgia, solo él, y él nunca ha tenido demasiado músculo. Deja el móvil, se levanta de la cama, se mira al espejo y sonríe.
Cerveza en mano. Bailando descalza y en bragas por la habitación, tropezándose con las tantas cajas que tiene esparcidas por el suelo.
Después de cada trago de cerveza sube un poco más el volumen de la música. Le falta el aire y le sobran las ganas.
Es libre y más feliz que nunca. Ahora puede pasar toda la tarde bailando sin dar explicaciones de qué hace o deja de hacer. Ahora puede perderse durante 3 días y que nadie la reclame. Ahora SÍ.
Ahora puede escaparse sin que nadie la detenga, porque a nadie le importa que desaparezca, porque nadie la va a echar de menos. Coge el móvil y lo aprieta entre sus manos. Se sienta en el suelo, se mira al espejo y se derrumba.