miércoles, 27 de mayo de 2015

CLIMBING

'Climbing - Lionel Richie' sonando.

Con el móvil en la mano y esperando su llamada. Acurrucado en la cama, escuchando esa música que le hacía acurrucarse más. Cerveza en la otra mano.
La cerveza subiendo y los problemas bajando. Deja la cerveza, se pasa la mano por el pelo y se despeina de nuevo. Así era como decía que le gustaba.
Joder, es libre, pero así no. Era libre con ella: riéndose de cosas ridículas por la calle, y en esa cama escuchando aquella canción mientras buscaban nuevos escritores modernos por Twitter. 
Nada en su ordenador ya es lo mismo: ya no hay canciones tristes, ya no hay poemas nostálgicos en páginas sueltas de Word. Ya NO.
Ya no hay llantos que intentar entender ni mensajes llenos de caos indescifrable, porque ahora nadie le arrastra al mundo de la nostalgia, solo él, y él nunca ha tenido demasiado músculo. Deja el móvil, se levanta de la cama, se mira al espejo y sonríe.


Cerveza en mano. Bailando descalza y en bragas por la habitación, tropezándose con las tantas cajas que tiene esparcidas por el suelo.
Después de cada trago de cerveza sube un poco más el volumen de la música. Le falta el aire y le sobran las ganas.
Es libre y más feliz que nunca. Ahora puede pasar toda la tarde bailando sin dar explicaciones de qué hace o deja de hacer. Ahora puede perderse durante 3 días y que nadie la reclame. Ahora SÍ.
Ahora puede escaparse sin que nadie la detenga, porque a nadie le importa que desaparezca, porque nadie la va a echar de menos. Coge el móvil y lo aprieta entre sus manos. Se sienta en el suelo, se mira al espejo y se derrumba.

martes, 26 de mayo de 2015

Era tarde

Era tarde, pero demasiado temprano para irse a la cama. Llevaba todo el día rodeada de apuntes con una caligrafía bastante mejorable y la luz del flexo le escandilaba los ojos. No había estudiado nada; la mitad de la tarde la había pasado mirando por la ventana. Y parecía que la noche iba a seguir el mismo patrón.

Whatsapp: "Cris dice de ir al McDonald, ¿te apuntas?"

Las 0:01 en el ordenador, buena hora para una hamburguesa. En realidad, cualquier hora es buena hora para una hamburguesa. Se quita la camiseta de tirantes y se pone la del pijama. Chaquetón de sábado noche y aquí no ha pasado nada. En los pies, sabrinas, que las zapatillas ya exceden el look de andar por casa. Un poco de colorete y fuera.

"Mierda, las llaves". Vuelve dentro, las busca, pero no las encuentra y las vuelve a buscar. "Cabronas, ¿qué coño hacéis vosotras debajo de las medias?".

La puerta se abre. Ella se gira. Él se acerca. Ella lo mira. "¿Qué coño haces tú aquí?".
La puerta se cierra. Él inspira. Ella se rompe. Él chilla: "la pregunta es: ¿qué coño hacía que no vine aquí antes?".



 

viernes, 22 de mayo de 2015

Cicatrices


Se quitó el maquillaje, la ropa, los agobios y se recogió el pelo en una cola alta, porque ya lo tenía lo suficientemente largo como para mojarse las puntas. Hoy no había tiempo para Spotify, estaba demasiado cansada.

El jabón en la esponja antes que el agua; el agua en la mano izquierda antes que en el resto del cuerpo para comprobar la temperatura. Y ahora sí: agua hirviendo para desinfectar la mente.

No recordaba sus recientes heridas producidas por los zapatos nuevos. Y escocían. Ni si quiera el agua caliente podía aliviarlo todo. Y es que siempre habrá algo, fuera o dentro de la ducha, que esté jodiendo.



Sale de la ducha, se tropieza con el cable del secador y muere electrocutada.

Es coña, no voy a matar a la protagonista por muchas nuevas heridas jodidas que tenga. Todas, al final, se curan completamente o se convierten en cicatrices, pero no duran para siempre.

¿Era la única rara a la que le gustaban las pequeñas cicatrices? Tatuajes de momentos duros y posiblemente claves de la vida que no han podido contigo y ahora solo son una simple e inofensiva marca. Cicatrices como símbolo de victoria. Cicatrices como método de memoria.

Se lo podía quitar todo al entrar a la ducha, pero jamás se irían las huellas que quedaron tras la lucha.


martes, 19 de mayo de 2015

Sueños lentos y aviones veloces

Estoy borracha de recuerdos y no sé cómo vomitarlos. 

"Sueños lentos y aviones veloces", y es que Izal tenia toda la razón: soñamos demasiado despacio y las cosas pasan excesivamente rápido.

Seamos razonables: llegas, ves a la persona por la que pierdes el culo porque te lo roban mientras lo miras y ni te enteras, y dices "hola". Un hola es un hola; no es la música que suena de fondo, no son las miradas y no es lo que puede venir después; es un simple y puto hola. Y mientras tú lo estás decorando, el resto del mundo sigue su paso y pasa de ti y de tus mierdas.

Estoy hasta los cojones (perdón, hasta los ovarios) de idealizar. Y es que es obvio: todo lo que pasa en tu cabeza, se queda en tu cabeza. Esperamos que por arte de magia inventada la gente vea el mundo como nosotros. ¿Enserio? Somos inútiles. No estamos en un jodido videoclip.

Y lo peor, el colmo, el límite, lo gracioso del asunto es que nosotros mismos nos creemos toda la parafernalia que inventamos.

Volar está bien, pero tenemos que ser conscientes de que la cuerda que nos ata al suelo no la vigila nadie.

Vida, déjame vomitar toda esta estupidez. Tengo tanto alcohol en la sangre como recuerdos inventados. Y todo sobra.