sábado, 28 de febrero de 2015

GATOS

Esta noche vamos a tirar la casa por el tejado y la vamos a empezar por la ventana. Porque, al mal tiempo, una copa. Y a lo hecho, otra para olvidarlo. Y es que es mejor beber que callar, porque quien calla no sabe el placer que da gritar. Si nos sobrepasamos, ¿qué más da? Una vez al año se permite hacernos daño.

Te propongo pasar la noche sembrado tempestades y recoger mañana el viento que quede. Pero cuidado, que de noche todas las gatas son fieras porque más vale gato en mano que cientos maullando. Además, muerto el perro solo quedan gatos. Que más sabe la gata por fiera que por gata…

Pero vamos, no te asustes. Quien evita la ocasión se pierde el peligro. Piensa mal y verás que el mal no es tan malo. Porque no hay mal que por locura no venga, y todos sabemos que un loco saca a otro loco (como si de clavos se tratase). Más vale malo conocido que bueno por conocer. Porque lo bueno siempre termina aburriendo. Y lo sabes.

Piensa que, al final, los gatos siempre tiráis al monte, porque sabéis que más vale estar solo que siempre en la misma compañía. Y ni se te ocurra decir: “Yo de esa boca no beberé”, porque cuando hay sed cualquier boca es buena. Acabarás diciendo: “Dámelo y dime tonto, pero dámelo”.  Que sobre gatos ya hay demasiado escrito.

Sin embargo, es cierto que el que la sigue, si no la consigue del todo, al final se cansa. Por eso, donde una vez hicimos fuego ahora solo quedan cenizas. “Busca gatos y te sacaran los ojos”, decían. Porque a quien a buen vertedero se arrima, buena sombra le cobija, pero se me escapó el detalle de que estaba repleta de mierda.

“Nuestro gozo
en un pozo
en el suelo
en una cama.
donde sea,
pero nuestro”, decías.
Por lo menos, a cada gato (por cerdo) siempre le llega su San Martín.

jueves, 19 de febrero de 2015

Hilo

Soy torpe, ¿vale?
Siempre me pincho si intento coser. Cuando utilizo pegamento fuerte me pego antes que nada los dedos. Se me da mal hacer puzzles y no sé montar muebles de Ikea. 
¿Cómo espera la vida que sea capaz de unir los trocitos que quedan cuando todo se rompe? ¿O, peor aún, que consiga mantenerlo sano y salvo? 
Que si bailo bajo la lluvia me resfrío, que si me pierdo tengo que llamar a alguien para que venga a buscarme, que si leo dentro de un coche me mareo.
Nacemos y vivimos solos; es nuestro deber estar preparados para salir adelante. 
Sin embargo, lo irónico es que esa vida que tanto espera y exige de ti, siempre (siempre, siempre) pone a algo o alguien delante tuyo (o detrás, sin que lo veas). Y ese algo/alguien se convierte en pegamento, en hilo o en aguja. Y te ayuda a unir, pero a la vez se convierte en otro trocito que algún día estará suelto cuando todo vuelva a romperse.