miércoles, 18 de marzo de 2015

Mariposas

Me preocupaba no tener tiempo para echarte de menos. Hoy te he visto cada 4 horas, como las pastillas. Porque te has convertido en mi droga y, a la vez, en mi medicación.

Pero la felicidad en exceso preocupa, y me he dado cuenta de que lo nuestro tiene fecha de caducidad, y he empezado a querer echarte de mi cuarto menos (y eso que aún no te has ido del todo). Te extraño incluso cuando te tengo delante, mirándome con esos ojos que podrían iluminar el mundo entero, pero que quiero que solo encandilen a los míos.

Ahora escucho la música fuera y sé que estarás ahí, bailando hasta tú sabrás qué hora con yo qué sé cuantas de la misma forma que lo haces conmigo, pero a la vez no.

Y te echo aún más de menos por tenerte tan cerca y a la vez tan lejos, sabiendo de antemano que aún lo estarás más en poco tiempo.

Nunca me han gustado las relaciones serias, pero solo porque esta noche te hubieses quedado conmigo habría firmado 10 contratos matrimoniales.
Si hubieses sabido que hoy te habría dejado quedarte a dormir, quizá tú estarías aquí ahora y yo no estaría escribiendo esto.

Te echo de menos, joder, ya van más de 5 horas. Voy a preparar una cuerda para atarte mañana a la silla de mi cuarto y que no puedas moverte mientras te digo eso de: "Vete ya, pesado".

A lo mejor no es solo por las horas, sino también por las mariposas. Han llegado hoy; las has traído tú junto a ese beso en el cuello. A ellas también las echaba de menos.

Dormiré en bragas; he tenido que cerrar la ventana para dejar de escuchar la música y parar de imaginarte. No quiero que se escapen las mariposas, al menos hasta mañana.

                             ***

Al final has venido a verme a medio de la fiesta, con más alcohol que sangre, pero has venido. Y yo no he querido abrirte la puerta porque, joder, quiero echarte de menos.