si alguna vez, antes o después de conocerme,
hubieses pensado
en besos que empiezan siendo de buenas noches
y acaban siendo de buenos días;
en el último botón de mi camisa,
o, por lo menos, en el primero.
En el beso de "bésame hasta echarte de más ahora
para no tener que echarte de menos luego";
en dejar que el viento nos lleve a dónde quiera
si el problema es que no sabemos
por dónde cojones avanzar.
En que "joder, cómo jodes a veces";
en los inviernos de nieve que pueden no ser de frío;
en los lugares que nos roban las sonrisas que nos debemos;
en las curiosidades que intentamos convertir en casualidades,
como si pudiésemos comernos el destino.
En que todo vuelve, todo pasa, todo vuelve, todo pasa
y ni tú ni yo sabemos qué nos va a tocar
en el último pétalo de la jodida margarita;
en que los marcos sin foto no son bonitos
y tengo la habitación llena.
En tanto que tenemos aún por darnos
y en que nos faltan los momentos
y hasta el aire, a este paso.
Si alguna vez lo has hecho,
haz que intentarlo valga la pena,
que yo me encargo de que valga la euforia.