lunes, 7 de marzo de 2016

Érase una vez

Érase una vez una casa vieja en reconstrucción y una chica con una bomba (porque sí, porque mola) atrapada entre dos de sus paredes. Estas solo tenían un pequeño hueco que las atravesaba, pero era imposible escapar por él.

Pasados los días, al no dar señales de vida, dos chicos acudieron en su busca: un amigo lejano y el amor de su vida. Descubrieron algo extraño en esa parte de la casa, por lo que el primero de ellos comenzó a romper una pared. El segundo, la otra. Y ambos eran totalmente idénticos; la misma persona, diría yo. Ninguno de los dos sabia que la pared era tan gruesa que resultaba imposible llegar hasta ella antes de que muriese.

Había una estrecha ranura entre ambas y la fuerza que ejercían los golpes hacía que esta cada vez se pronunciase más. La chica, que era poquita cosa, poco a poco se hundía. Y aunque siempre había sido fuerte, tenía miedo. Sin embargo, pasadas las horas, se cansó de resistir.

En ese momento, comprendió que los tres no podrían salir con vida, descubriendo así que solo tenía dos opciones: 
apostar por una y volar la otra, tirando a través de ella la bomba y destruyendo por completo todo lo que había detrás
o rendirse, sin más, y dejarse caer.

miércoles, 2 de marzo de 2016

Pero no

¿Recuerdas cuando eras pequeño
y tenías un juguete nuevo?
Parecía eterno,
irrompible.
Pero no.

Cuando querías que el colegio acabase
porque ir a clase era una mierda.
Creías que en el instituto sería diferente.
Pero no.

¿Te acuerdas de cuando escribías
(inserta tu nombre aquí) y (inserte su nombre aquí)
dentro de un corazón?
Y parecía que se trataba del amor de tu vida.
Pero no.

Quizá has vivido ese momento
en el que te enamorabas de un personaje de un libro
y pensabas que quizá,
si lo deseabas con fuerza
iba a hacerse real.
Pero no.

¿Y esa época en la que crees
que si todo va mal
es porque está a punto de llegar
alguien que te salve?
Pero no.

Pues así, ahora.
No es que sigamos tropezando con la misma piedra, hemos perdido la inocencia, pero ya ni nos importa tropezarnos.