jueves, 29 de enero de 2015

Despierto

Despierto.
La luz lleva un rato estorbándome en la cara.
Despierta.
Aún sin abrir del todo los ojos, giro la cabeza sobre la almohada, seguida del resto del cuerpo.
Parpadeo cinco o seis veces hasta que consigo entornar la mirada.
Miro por unos segundos lo que tengo enfrente para llegar a la conclusión de que sí que estoy en mi cuarto.
Me estiro.
Me encojo.
Hace calor, pero no quiero destaparme; la mala costumbre de dormir sin pantalones me ha causado más de un resfriado.
Cojo el móvil. 49 whatsapps de grupos y ninguno interesante.
Dejo el móvil.
Me paso la mano por la cara a modo de caricia propia.
Inspiro.
Miro a un punto fijo.
No me muevo, ni si quiera parpadeo.
Comienzo a dormir despierta.

 

Y así, pasan unas cuantas cosas más durante varias horas: me levanto, como, hablo, río, lloro, me gustan cosas, escribo, compro, salgo, me emborracho, bailo, entro, me dejan de gustar cosas, leo, me caigo...
 

Hasta que llega un momento en el que dejo de moverme, ni siquiera parpadeo.
Miro a un punto fijo.
Suspiro.
Me dejo caer la mano en la cara a modo de hostia propia.
Dejo el móvil. 13 whatsapps, pero ya ninguno interesante.
Hace calor y no quiero taparme; opto por dormir sin pantalones.
Me encojo.
Miro por unos segundos lo que tengo enfrente para llegar a la conclusión de que veo lo mismo de siempre.
Parpadeo cinco o seis veces hasta que consigo entornar la mirada.
Aún sin cerrar del todo los ojos, giro la cabeza sobre la almohada, seguida del resto del cuerpo.
Medio dormida.
Apago la luz del flexo, que ya me estorba en la cara.
Duermo.

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